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La actitud de Nasrudín y su confusión es algo que podemos experimentar ante situaciones de esas que catalogamos como crisis. De pronto, toda nuestra atención queda absorbida por las circunstancias imprevistas que nos rodean, por aspectos de carencia a nuestro alrededor y nos olvidamos de nuestras verdaderas posibilidades, de nuestra fortaleza espiritual, de nuestra sabiduría intuitiva, en resumen, de nuestra fuente de recursos. Y quizás es justamente en momentos de crisis cuando más necesitamos tomar conciencia de dicho potencial y es quizás en medio de las llamadas adversidades cuando más posibilidades tenemos de ser testigos de su inagotable creatividad.
Cuando en medio de la obscuridad de un momento difícil, miramos en nuestro interior, no sólo podemos descubrir luz sino que también podemos compartirla. Por lo tanto, cualquier conflicto nos ofrece la posibilidad de encontrar más claridad y así apoyarnos en el empeño de ver nuevos horizontes.
Ahora que nos acercamos al solsticio de invierno y que todas las tradiciones nos invitan a “encender luces” para recordar en medio del oscuro invierno la esperanza luminosa de una nueva primavera, quiero compartir con vosotros una lista de actitudes y puntos de vista que pueden ayudarnos a vivir con el corazón más encendido, dentro de un desarrollo personal, totalmente ecológico y sostenible:
Procurar, en nuestras relaciones, una mirada que enfoque la dignidad humana más allá de las apariencias, las ideas y las conductas. Transmitir confianza y reconocimiento, al compartir lo que contemplamos con ese enfoque. Reforzar la autoestima del otro recordándole que es una expresión única e irrepetible de la vida, con una función que realizar, un potencial a desplegar, y siempre digno de amor y respeto. Hacerle saber que apreciamos sus riquezas interiores, aún aquellas que él mismo desconoce pero nosotros somos capaces de descubrir desde la confianza que le ofrecemos. Vernos, también nosotros mismos, desde esa mirada positiva.
Cultivar el sentimiento de igualdad en lo esencial a la vez que promovemos el apoyo mutuo desde la diversidad, tratando de no perder de vista el potencial y las posibilidades de todo esfuerzo. Perseverar en una amplitud de miras tal que todo lo que es, encuentre en nuestra perspectiva su sitio, su sentido y su valor. Apreciar y apreciarnos, dándonos libertad de ser. Y regalar esa misma libertad a quien con nosotros va. Cómo decía Gregorio Marañón: "No sabrás lo que valgo hasta que no pueda ser, junto a ti, lo que soy."
Promover una comunicación abierta, sincera, congruente y pacífica con el propósito de buscar más bases de entendimiento, en vez de pugnar por convencer. Practicar con el ejemplo, comunicando honestamente lo que uno piensa, siente y solicita, poniendo mucho esmero en no permitir que se confundan los hechos con las interpretaciones. Recordar que nuestra perspectiva individual es siempre parcial y está condicionada por los propios modelos mentales. Escuchar y respetar a los demás interesándonos por comprender su razonamiento. Sostener el derecho inalienable de todo ser humano a opinar y a elegir por sí mismo y equilibrar la empatía por la situación de los demás, con la afirmación comprometida de nuestra propia ética.
Encontrar el sentido del humor, la faceta desenfadada de toda circunstancia, por crítica que ésta parezca. El humor nos devuelve al aquí y al ahora, al brillo del momento, y en unos segundos de risa espontánea, nos desapegamos de los lamentos del pasado y de los temores sobre el futuro. Mezclar humor con paciencia cuando vemos que las cosas no son como creemos que debieran ser y así darnos la posibilidad de descubrir que la vida tiene su propia perfección aunque a ratos no sepamos percibirla.
Extender entusiasmo, ganas de participar en todo el proceso vital. Optar por percibir retos en vez de problemas. Los retos vitalizan y estimulan, pero los problemas restan energía y coraje. Situarnos en una posición de protagonistas de nuestra vida, eligiendo valores, objetivos y actuando en coherencia con ellos. Recordar cada día el sentido que queremos darle a nuestra vida, y así renovar la motivación ante ese reto. haciendo que lo cotidiano sea siempre una posibilidad de autorrealización. Cuando sintamos que todo se tambalea a nuestro alrededor optar por confiar, y aún sintiendo miedo seguir adelante. No paralizarnos dando vueltas en nuestra cabeza para no propiciar que nuestra propia inseguridad se convierta en el principal factor atemorizante. Acoger y aceptar los sentimientos negativos para aprender también de ellos, como volver a la serenidad.
Buscar, esperar y admirar la belleza como centro de nuestro enfoque, en vez de prestar tanta atención a las diferentes maneras de sentirnos heridos, enfadados u ofendidos. Combinar el aprecio por la belleza con la valoración de la energía inteligente que sostiene la vida y con el agradecimiento por la posibilidad de acceder a la experiencia de ser, al aprendizaje del arte de vivir.
Como reza un antigua y anónima sentencia: “Dichosos aquellos que viven en paz y aun con gozo en los tiempos llamados difíciles”. Tú también puedes. Puedes disfrutar del placer de hacerte consciente de ti mismo y responsable de tu felicidad. Puedes gozar de la armonía de la totalidad del Universo, del que tú eres parte esencial e irrepetible. Más allá de lo que tienes puedes reconocer y compartir la abundancia de lo que eres. Y siempre, siempre, puedes contemplar con amor y, desde tu más luminosa intención, regalar esperanza