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Resulta saludable sentir miedo frente a la posibilidad de sufrir un daño. Con la energía de esa emoción protegemos lo que valoramos. El problema aparece cuando los pensamientos sufren distorsiones que magnifican las emociones incapacitándonos para acciones productivas y propiciando sufrimientos innecesarios.
¿Alguna vez te has parado a pensar en tu disposición para llegar a conclusiones a partir de pensamientos distorsionados? ¿Podrías reconocer algunas conclusiones que sacaste sin fundamento? ¿Recuerdas la última vez que has culpado a alguien en tu diálogo interno a partir de imaginar lo que sucedió, sin verificar los hechos? ¿Cuantas veces has tomado decisiones importantes a partir de conclusiones poco serias? ¿Y cual fue el precio que pagaste por eso? ¿Puedes percatarte de tu particular manera de vivir tus interpretaciones como si fueran reales?
Como coach personal suelo proponer a mis clientes que identifiquen, analicen y corrijan los pensamientos que sean ilógicos, contraproducentes o estén basados en interpretaciones infundadas. Para esta tarea resulta muy útil conocer las distorsiones cognoscitivas más comunes, generadoras de numerosos conflictos emocionales y de comunicación. ¡Aprende ahora a reconocerlas en tu diálogo interno y en tus conversaciones con los demás!
1.- Irresponsabilidad: Si dices "tus palabras me producen un gran enfado" estás colocándote en el papel de víctima irresponsable, otorgándole al otro todo el poder. Pero si explicas "cuando me interrumpes con tus comentarios, siento un gran enfado" estás haciendo una interpretación más saludable asumiendo toda la responsabilidad por la generación de tu emoción de enfado. Te adjudicas el poder de elegir tu respuesta a la situación, ya que tu observación te permite saber más de ti mismo y te pone en el camino para encontrar respuestas emocionales y de comportamiento más encaminadas a tu bienestar.
2.- Extremismo: Es la tendencia a evaluar las cosas en forma de "todo o nada", "blanco o negro", sin considerar la gama continua de matices que conforma la realidad. Esta forma de interpretar las situaciones genera estrés y rigidez tanto en relación a la evaluación que uno hace de sus propias acciones como respecto a los comportamientos de otros.
3.- Sobre-generalización: ¿Alguna vez te has sentido molesto, preocupado o deprimido por haber llegado a la conclusión de que lo malo que te aconteció una vez, volverá a sucederte siempre? ¡No te dejes enredar por el pensamiento de que "siempre pasa lo mismo…"!
4.- Sesgo y tremendismo: ¿Tienes tendencia a concentrarte en los detalles negativos para luego concluir que la totalidad de la situación es negativa? Recuerda que pensar de forma sesgada genera innecesarias angustias. Si además magnificas lo malo, la situación pronto la verás totalmente catastrófica y tu desasosiego irá en aumento.
5.- Descalificación: ¿Tienes dificultades para aceptar los elogios sinceros? ¿Desconfías y tienes tendencia a descalificar lo positivo trasformándolo en negativo? ¡No permitas que este tipo de distorsión del pensamiento te vuelva incapaz de apreciar lo bueno y positivo arrastrándote a una desvalorización continua.!
6.- Adjudicación de intenciones: Es la tendencia a hacer inferencias atribuyendo a los demás pensamiento negativos, sin molestarnos en comprobar lo cierto de nuestra adjudicación porque creemos conocer al otro como si pudiéramos leer sus pensamientos. Esta actitud genera apatía, desesperanza e interrumpe toda posibilidad de comunicación. ¿Te reconoces diciendo … ¡Ya sé que piensa que ha sido por mi culpa y que soy un desastre!...?
7.- Deber-ser: Es la inclinación a pensar en términos de obligación en vez de en términos de posibilidad y de imponer categóricamente nuestra particulares expectativas sobre una situación que implica a muchos. Este tipo de distorsión cognoscitiva genera culpa y produce estados permanentes de indignación y recriminación que obstruyen finalmente la comunicación. Prueba a cambiar el deber-ser por el preferir y expresa con claridad tus deseos. Mira cómo cambia la emoción que se suscita si piensas: ¡Hubiera preferido que me hubiera consultado y voy a encontrar el momento para explicarle mi punto de vista! … en vez de: ¡Debería haberme consultado y me indigna su desconsideración!
8.- Poner etiquetas: ¿Cuántas veces te has definido o definido a otros por una acción errónea? Pensar en términos de etiquetas es irracional y genera hostilidad e incomprensión. Es importante no equiparar la identidad de la persona con los comportamientos y acciones que desarrolle. ¿Reconoces la diferencia entre decir "soy un fracasado" o decir "no estoy satisfecho con mi trabajo en este proyecto"?
¡Somos muy hábiles para contarnos cuentos que luego vivimos como si fueran ciertos! Como coach personal te propongo que te observes en este dominio y que te hagas responsable de tus pensamientos y de las palabras que los expresan porque las conclusiones no son inocentes y siempre te llevan a alguna parte. ¡Decide tú si quieres ir hacia el conflicto o llegar al terreno de la comprensión y la buena comunicación!