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¿Tienes un problema que se te resiste? ¿Qué puedes hacer si con las acciones emprendidas los resultados que obtienes no son los deseados? ¿Te encuentras a menudo haciendo diferentes cosas pero llegando al mismo resultado insatisfactorio?
En este punto como coach personal te quiero plantear la siguiente cuestión: ¿Qué posibilidades de acción tienes desde tu posición de observador de la realidad?
Y te animo a contestar algunas preguntas más en relación a tu problema y a tu perspectiva del mismo: ¿Desde qué puntos de vista lo estás contemplando? ¿Cuáles son las creencias en la que estás basando tus interpretaciones de los hechos? ¿Cuál es la conversación, el diálogo interno que mantienes acerca de ello? ¿Cuál es la postura personal que adoptas frente a eso? ¿Qué emociones te despierta esas interpretaciones? ¿Cuál es el espacio disponible para la acción que te dejan todos estos juicios?
Responder a estas preguntas te colocará en la posición de observador de tus propios puntos de vista. Algo así como quitarse las gafas y convertirlas en objeto de observación directa. Y esa posición es efectiva porque demasiado a menudo nos atascamos buscando alternativas que funcionen dentro de nuestros puntos de vista habituales, sin darnos cuenta que lo que hace falta es transitar espacios nuevos, perspectivas diferentes, que aunque al principio estarán en sombras se irán llenando de luz. La sombra es la posibilidad todavía desconocida, la capacidad aún no empleada.
En un proceso de coaching se aprende a ampliar y modificar la mirada partiendo del concepto de que la realidad que percibo es la interpretación que yo hago a partir de lo que veo desde mi propio punto de vista. Y cuando se logra ampliar la zona de observación surgen posibilidades de acción hasta entonces insospechadas. Para ese aprendizaje el coach personal utiliza variadas herramientas que pone a punto con amor y humor. Con amor porque se necesita una mirada amorosa, confiada en el ilimitado potencial de la naturaleza humana, para mirar con comprensión las sombras y con humor porque éste es la conciencia de la precariedad de nuestras interpretaciones. Humor empieza igual que humildad y realmente socava fácilmente la soberbia, incitándonos al cuestionamiento.
Un coach personal te ayuda a darte cuenta de que no te das cuenta. Y te ayuda a comprender que el hecho de no darte cuenta de tus puntos ciegos moldea tu pensamiento y acción. Sin embargo, aparecen posibilidades diferentes cuando puedes acceder a una mirada más completa. Como les sucedía al artista y a los habitantes del pueblo en el relato mencionado, somos observadores que hacemos distinciones, es decir, diferenciamos algo de un todo, que pueden impulsarnos a nuevas acciones o frenarnos hasta paralizarnos. Un coach personal te ayuda a observarte y a observar tus puntos de vista. Si tu mirada no te lleva a dónde quieres llegar te ayuda a buscar otra perspectiva que te apoye en tus propósitos. El coaching te anima a poner en juego esa "mirada habitual" y te apoya en el proceso de cambiar de mentalidad para ubicarte en una forma nueva de ver el mundo.
En un proceso de coaching tienes la posibilidad de encontrar posiciones mentales que te permiten ver e interpretar al mundo desde diferentes opticas para luego poder elegir acciones más efectivas y coherentes con tus valores y objetivos. Un coach personal te ayuda a prestar atención a nuevas áreas y significados, te muestras facetas que hasta ese momento no podías ver, y te ayuda a desarrollar la propia visión interna y la intuición poniéndote en contacto con tu propia excelencia y la mejor forma de expresarte desde la autenticidad. Un proceso de coaching puede resultar revolucionario porque te acompaña en tu propio impulso de transformación ayudándote a reconocer aspectos de la realidad no vistos hasta ahora. Tu coach puede prestarte la mirada que necesitas para crear posibilidades que aún no has descubierto.