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¿Te encuentras a menudo esperando algo que no tienes y que crees necesitar para sentirte feliz? ¿Has pensado, que la solución que esperas te llegue del exterior, puede estar en tu mano? ¿En qué manera podría cambiar tu vida si decidieses enfocar tu energía en reconocer, valorar y optimizar tus recursos en vez de buscar fuera de ti aquello de lo que crees carecer?
Encontrar esos recursos requiere, en primer lugar, reconocerlos y para ello es necesario mantener un diálogo interno en el que se den las condiciones que promuevan la confianza en el propio potencial de ser:
1.- Es importante responsabilizarnos de generar contextos emocionales que nos conecten con la libertad de ser. Algo en ti está esperando para mostrarse, revelarse y dar fruto. Pero es tu responsabilidad reconocerlo. Y no lo verás si partes de la creencia en la carencia y la insuficiencia. Tienes la libertad de mirar desde la confianza.¿Qué crees que harías si eligieses escuchar solamente las voces internas que te conectan con la grandeza del espíritu que hay en todo lo que es, incluido tú mismo? ¿Qué pasaría si cada situación, cada circunstancia en la que te ves implicado, la tomases como una posibilidad de aprender y desplegar tu infinito potencial de sabiduría, fortaleza y amor?
2.- Para facilitar este tipo de contextos emocionales es importante también estar “con los pies en la tierra” pero pudiendo mirar más allá de lo material. Reconocer es como bendecir, es mirar más allá de las apariencias queriendo ver el potencial infinito que forma parte integrante de la trama misma del universo. Reconocerse es aceptarse como un aspecto único del potencial de ser a través del cual la Fuente creadora esta revelándose. ¿Cuentas contigo? ¿Te aprecias, te valoras, te apoyas? Es el primer paso hacia el interior, hacia el centro de tu corazón, desde el que volverás a salir amorosamente para compartir lo que eres con todo lo que también es. Mantén en ti ese deseo de reconocerte y reconocer como una incesante resonancia interior en la que te sentirás y transmitirás paz.
3.- Promueve el agradecimiento por ser capaz de contemplar lo que es con esa mirada positiva de aceptación. No agradezcas que las cosas sean así o dejen de serlo, ni que las personas se comporten de una forma o de otra, ni tener o no tener algo, sino siéntete agradecido por saber encontrar la manera de contemplar lo que es y aceptarlo.
4.- Por tu atención en aquellos asuntos que aún no puedes ver desde esa perspectiva de paz y aceptación. Da espacio a las emociones que se presenten. Observa qué pensamientos surgen. Concreta lo más que puedas esos pensamientos (te puede ayudar escribirlos) y luego cuestiónalos. Pregúntate: ¿Lo que siento surge como consecuencia de pensar que las cosas no “deberían” estar sucediendo así? ¿Tengo certeza absoluta de que “deberían” estar sucediendo de otra manera? ¿Acaso puedo saber lo que sería mejor para el bien de todo y todos, incluido yo mismo, aquí, ahora y también en el futuro?
5.-Tras cuestionar tus pensamientos, intenta colocarte en una postura de humildad intelectual pero también de confianza espiritual. Experimenta con la idea de que “quizás no tengo los datos suficientes para juzgar la realidad que es” pero “tengo confianza en que una sabiduría universal que no es mía pero está en mí orientará mis acciones” Piensa que sólo tienes que preguntarte y escuchar la respuesta a esta pregunta: ¿Qué está en mi mano hacer para volver a sentirme en paz con lo que es? Confía en que la respuesta llegará envuelta en alguna forma de paz interior y sabrás lo qué hacer.
6.- Cuando te encuentres esperando algo de los demás y de la vida en general, pregúntate qué es concretamente lo que quieres, esperas o anhelas. Responde a la pregunta: ¿Qué creo que aparecerá en mi vida de positivo y valioso, qué creo que experimentaré, cuando tal persona haga eso que yo quiero que haga o cuando este acontecimiento suceda tal y como yo espero que suceda? Llega con esta pregunta hasta el anhelo más esencial. Luego asegúrate que eso eres capaz de dártelo a ti mismo y finalmente asegúrate que estés también en disposición de dárselo a los demás. Observa los sentimientos que emergen al darte cuenta de lo que ya tienes. Al ser capaz de darte a ti mismo o a los demás, o a la vida, lo que estás esperando recibir de vuelta.
Nada de lo dicho hasta aquí funciona sólo con saberlo. Sus resultados se obtienen de experimentar y practicar con estos planteamientos. Como al personaje del cuento que sólo descubrió que ya poseía lo que tanto deseaba cuando mordisqueó el lápiz, así también será necesario que “hinques el diente a la realidad”. Experimenta, consciente y responsablemente. La experiencia es lo que te enseñará y transformará.