Puedes solicitar aquí una sesión gratuita.
Como el burro, en algunos momentos de nuestra vida, podemos tener la sensación de que hemos caído en un pozo. Suelen ser momentos de angustia y tensión y el estrés aumenta cuando en medio de esa oscuridad y confusión percibimos que de quienes esperábamos ayuda recibimos rechazo y hostilidad. En este punto, entre el estímulo y la respuesta, como seres humanos podemos elegir dónde enfocar nuestra atención y decidir lo que nos conviene hacer. Si nos dejamos llevar por pensamientos negativos y nos enganchamos en el juicio sobre las actuaciones de los demás, quizás la situación termine enterrándonos.
Imagínate que el burro se hubiese quedado parado pensando lo desagradecidos que eran su amo y los vecinos después de todo lo que había cargado en sus lomos para resultarles un asno útil. Quizás se hubiera tirado en el suelo del pozo preso de la tristeza que emergía de su corazón al pararse a observar la crueldad de esas personas. Si hubiera actuado así, el burro hubiera estado preocupándose del asunto de los demás. Juzgando sus acciones y padeciendo por ellas. Pero por suerte para él, el burro eligió enfocar su atención en el aquí y el ahora, y tomó consciencia de cada palada de tierra que le caía encima. Se ocupó de su asunto. Pudo abrir los ojos a lo que le estaba pasando y ver qué podía hacer para afrontarlo de la mejor manera posible. Se concentró en sacudirse cada vez, esa pequeña porción de tierra, y manteniéndose con sus patas bien asentado sobre el terreno, fue capaz de transformar lo que antes sólo se percibía como acciones hostiles en instrumentos de salvación.
Podemos salir de los más profundos pozos si no nos damos por vencidos... y trabajamos sobre nuestra zona de influencia, ese espacio de acción que nos queda para hacer frente a la situación. Todos nosotros tenemos preocupaciones y conflictos y alrededor de todos ellos podemos imaginar un círculo que los abarca y que llamamos la zona de preocupación. Cuando revisamos todo lo que queda dentro de este círculo vemos que sobre algunos de esos problemas no tenemos ningún control pero sobre otros sí podemos hacer algo. El círculo de la zona de influencia abarca estas últimas.
¿En cuál de estos dos círculos concentras la mayor parte de tu tiempo y energía? ¿Actúas desde tu zona de influencia o te quedas atrapado en la zona de preocupación? ¿Sabes mantenerte enfocado incluso bajo presión?
Si nos enfocamos en el círculo de preocupación restamos energía para atender el círculo de influencia. Si queremos ser más efectivos y dejar de sufrir innecesariamente vale la pena centrar los esfuerzos en la zona de influencia. Así concentramos recursos, y tomamos la iniciativa para promover cambios positivos.
Como al burro de nuestro cuento, la vida nos tira a veces, todo tipo de tierra. Si lo interpretas como un problema y te bloqueas sintiéndote víctima de la situación, esa tierra puede acabar aplastándote, pero si lo contemplas como un desafío, te ubicarás en la perspectiva de protagonista, encontrarás la forma de sacudirte esa tierra y la usarás para dar un paso hacia arriba. Así, cualquier situación se transformará en una oportunidad para lograr un nivel más elevado de conciencia.
Como coach personal te invito a que te hagas responsable de tu propia felicidad y a que entrenes a tu mente para que te muestre lo que desea tu corazón, para ver la oportunidad mientras trabajas en construir la posibilidad.